domingo, junio 11, 2017

El legado de Arcis: Un imposible que fue realidad.

Ante tanta carencia de información, circulación de infundios y otras faltas turbadoras del libre ejercicio del saber público, relativa a la dolorosa crisis terminal de la Universidad Arcis, estimo un deber y un derecho solicitar que se dé a conocer lo siguiente:

El origen de la Universidad Arcis, en el verano 1981-82,  fue concebido por opositores a la dictadura militar, con criterios ajenos a  toda militancia política partidista. Fue creada como una Sociedad de Responsabilidad Limitada, en el formato de un Instituto Profesional, por un grupo de 5 amigos que –sin capital inicial- sólo aportó 50 mil pesos cada uno de ellos. Era nuestra propia fuente laboral e invitamos, con generosidad a otros perseguidos del régimen castrense, a sumarse,  también, a protagonizar este impar proyecto académico.

Las disciplinas artísticas y de las ciencias sociales, en particular, habían sido reprimidas cruelmente en todo el sistema universitario. Existía una alta tasa de cesantía de intelectuales y profesionales que, no obstante ello, seguían viviendo en el país, en una lobreguez de destierro interno. Una suerte de exilio interior, como se decía en esos años, nunca tuvo un reconocimiento oficial de parte del nuevo aparato educacional, cristalizado en la LOCE.

El último día de la tiranía del plomo, Arcis recibió la aprobación de su estatus de universidad. Se constituyó una Corporación de derecho privado sin fines de lucro y sin propietarios individuales, bajo la presidencia de Fernando Castillo Velasco, junto con un ilustre grupo de personalidades nacionales: Armando Uribe, Malucha Solari, Herman  Schwember, Leopoldo Castedo, Andrés Aylwin, entre otros. Más la contribución de centenares de destacados académicos, como Francisco Brugnoli, Virginia Errazuriz, Fernando Undurraga, Viterbo Osorio, Eugenio Dittborn, José Balmes, Gracia Barrios, Jorge Edwards, Naim Nomes, Adriana Valdés, Pedro Chaskel, Gregory Cohen, Emma De Ramón, Claudio Di Girolamo, Ricardo Larraín, Malucha Solari, Joaquín Velasco, Pablo Labbé, Carlos Flores, José María Bulnes, Ricardo Larraín, Alejandra Gutiérrez, Osvaldo Peña, Willy Thayer, Federico Galende, Carlos Ossandon, Bernardo Subercaseaux, Miguel Vicuña, entre otros. Con ellos, se fomentó el surgimiento de profusos y variados líderes ético-intelectuales y artísticos. Valor esencial de una entidad académica.

Fue una universidad concebida y dirigida por un sistema de democracia participativa de estudiantes, académicos y administrativos. Sin tutelajes externos que pudieran afectar el valor más preciado de una universidad: su plena autonomía. Realizó dos claustros plenos, presididos por estudiantes, las autoridades eran elegidas por métodos democráticos. Fue la universidad más autónoma y democrática que ha habido, hasta ahora, en nuestro país.

La gestión institucional y económica permitió adquirir, construir y adaptar 3 bienes inmuebles, de un rango de valor de 10 mil millones de pesos,  un número de 10 mil estudiantes, cerca de 20 carreras de pregrado, dos programas de magister y un doctorado, un programa de formación bilingüe, 8 sedes regionales, centenares de publicaciones y numerosos convenios de intercambio académico con universidades extranjeras.

De igual forma, cabe destacar el significativo y singular aporte académico, intelectual de Arcis a través de sus publicaciones, seminarios y diversos eventos académicos nacionales e internacionales. En suma, un referente crítico durante la dictadura y la afanosa transición. No es casual que Arcis haya sido visitado por intelectuales del relieve de Jacques Derrida, Jacques Rancière, Jacques Leenhardt, José Vidal-Beneyto, Jean Baudrillard, Pablo González Casanova, Juan Acha, Eduardo Galeano, Gerard de Bernis, Etienne Balibar, Félix Guattari, entre otros.

Existía un régimen pleno de derechos laborales y sindicales, centenares de becas y otros beneficios para estudiantes y trabajadores. Y hasta el año 2002, nunca existió algún conflicto grave por no cumplimiento de compromisos de la universidad con sus estamentos.

Las sedes regionales, creadas a partir del período 2000/2001, se forjan con el apoyo y alianza de la sociedad civil y el gobierno local (iglesia, alcaldía, líderes de colectivos de artistas e intelectuales, entre otros), de distintas orientaciones confesionales. Por vía de ejemplo, la sede de Chiloé se fundó en una asamblea de la comunidad, presidida por el Obispo Juan Luis Ysern de Arce. La sede de Cañete contaba con el apoyo institucional y material de la Ilustre Municipalidad de la ciudad. La de Magallanes, fue presentada formalmente al Consejo Regional de Magallanes y Antártica Chilena, presidido por el Intendente. La sede de Cabrero se creó por petición y apoyo del ex senador Hosain Sabag. En Portezuelo, el párroco encabezó la creación de una universidad campesina, para la zona del secano costero de Ñuble, para lo cual construyó un local y proveyó becas para los jóvenes de esa zona. Todas tuvieron apoyo institucional y material de variadas autoridades territoriales.

Estaban inspiradas en la lucha por la igualación de los derechos y oportunidades, la disputa contra el flagelo del centralismo del saber, la conexión con el Chile profundo, segregado de la educación, de las artes y las formas superiores de la cultura.

A partir de la crisis de Arcis, todas ellas fueron cerradas brutalmente, bajo el añoso prejuicio elitista con que muchos aun ideologizan la idea de universidad, más la falsedad de una supuesta crisis de sustentabilidad. Y a designio de la reforma educacional, la PSU, PAA y otras fórmulas selectivas pretéritas, son – finalmente- mecanismos de segregación que dogmatizan el  des-criterio –cristalizado en mito perverso- de que los pobres son pobres porque son incapaces. Por ello, se despliega una incontenible masificación de la demanda formativa a nivel terciario, que clama e impone la universidad de masas.

Esta crisis autodestructiva de Arcis, se desencadena a partir del año 2003/2004. Su origen fue político, pero fue ocultado y manipulado bajo la ficción de una conflicto económico. Los mayores y aviesos responsables fueron los que se apropiaron de ella, la sometieron políticamente,   realizaron una deplorable gestión, sin ponderar responsabilidades y las consecuencias que hoy vive una apreciable comunidad de profesionales y egresados, estudiantes, profesores y administrativos que perdieron su fuente profesional y sus impares beneficios laborales.

Entre otras atrocidades, los auto-determinados dueños capitalistas de Arcis, alteraron los principios, valores y bienes más propios de la universidad, que fueron logrados en más de 20 años de tesonero   esfuerzo y sentido de comunidad. Hoy  los responsables no asumen su débitos, como  una más de las desvergüenzas que soporta nuestro pueblo.

Lo más valioso y fundamental de la tradición de la izquierda fue la creación y conceptualización crítica de los derechos humanos, su defensa a todo evento y su respeto irrestricto. Y lo más deplorable de ella es ese sumidero de izquierda vetusta, doliente de poder, de doble estándar -un remedo de la moral de Tartufo- que sobrevive ajena a las múltiples revoluciones y los grandes cambios paradigmáticos de esta insólita sociedad contemporánea.

Arcis deja, ante el país, el aporte de su acervo de un pensamiento republicano, libertario, autónomo, sensible a una visión crítica ante la compleja mutación contemporánea.

LUIS TORRES ACUÑA 
RECTOR FUNDADOR
UNIVERSIDAD ARCIS
 
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